lunes, 29 de junio de 2009

Vulnerabilidad de la niñez en El Alto: ¿Un problema de gestión pública?

Volumen 1
Número 2
Julio 2009
La Razón informó que el número de denuncias de maltrato infantil en las Defensorías de la Niñez y Adolescencia (DNA) de El Alto aumentó de 21.000 el 2007, a 23.739 el 2008. De acuerdo a la información del INE y de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDSA 2003), se estima que de 360.000 niños, niñas y adolescentes (NNA) que viven en El Alto, aproximadamente 300.000 sufren algún tipo de maltrato. Las DNA de El Alto no logran atender ni el 10% de los casos de maltrato, por lo tanto, la magnitud del maltrato infantil no aumenta por el incremento de los registros de las denuncias de maltrato infantil en las DNA.

Las DNA son insuficientes y no tienen capacidad para atender el explosivo crecimiento demográfico de la ciudad de El Alto. La desconcentración de las DNA en siete oficinas distritales no corresponde a los 12 distritos establecidos en este municipio. Además, las DNA no tienen las condiciones básicas para atender con calidad a la población que demanda sus servicios, ocasionando un elevado nivel de insatisfacción y quejas en distintas organizaciones sociales e institucionales.

Las DNA brindan información sobre las denuncias y no sobre la estimación de los casos de maltrato infantil, no se cuenta con un sistema de información, seguimiento y evaluación de la vulneración de los derechos de la niñez y adolescencia y mucho menos con una instancia que analice y establezca las causas estructurales del maltrato infantil en cada distrito. Se parte del supuesto erróneo de que las condiciones económicas, sociales, culturales y demográficas en los distritos de El Alto son homogéneas, lo que puede conducir al desarrollo de intervenciones “receta” para todos los distritos poco pertinentes.

Las DNA no cuentan con una interpretación integral y estructural del problema del maltrato infantil, no se realiza el análisis de la información que identifique las causas, factores de riesgo y el contexto económico, cultural y social de las familias, por lo tanto, existe la tendencia a una gestión enfocada en los síntomas y no en las causas estructurales.

La definición de las políticas públicas y la gestión institucional están guiadas por una visión asistencialista de corto plazo. Los Gobiernos Municipales no otorgan el presupuesto suficiente para el funcionamiento de las DNA, su infraestructura y equipamiento son precarios y existe un elevado nivel de rotación de un personal poco idóneo no institucionalizado.

Por otro lado, los efectos de los conflictos sociales, crisis económica, el desempleo, las condiciones de trabajo precario y la cada vez mayor desintegración y disfuncionalidad familiar, someten a las personas adultas a intensos estados de estrés, profundizando patrones de comportamiento de aceptación de la violencia como medio para resolver conflictos personales y familiares. Adicionalmente, los resultados de la encuesta "Niñez y conflictos sociales en Bolivia" realizada en el año 2008 por el PNUD y UNICEF, señalan que el 80% de los menores de 18 años han sido muy afectados emocional y psicológicamente por los conflictos sociales.

En este contexto, las perspectivas de disminución del maltrato infantil en el país no son halagüeñas, más bien ese podría esperar una subida en la incidencia del maltrato infantil en los hogares, en las escuelas y en el manejo político de los conflictos sociales.

Ante los serios problemas de conflictos sociales, crisis económica y vulneración de los derechos de la niñez y ante las precarias condiciones institucionales en el diseño e implementación de las políticas públicas en la protección de los derechos de la niñez, las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, parecen no tener la más mínima posibilidad de construir un futuro promisorio en el desarrollo integral de la niñez y la protección de sus derechos fundamentales.

Es fundamental cambiar los paradigmas, prioridades y principios políticos y técnicos de la gestión pública. Se debe ajustar el modelo de gestión pública: i) de una interpretación lineal y plana de la realidad, a una comprensión estructural y sistémica de los problemas sociales; ii) de una prioridad basada en la implementación de proyectos y obras con réditos políticos y/o financieros, a una gestión estratégica para la creación de valor público para las comunidades y el país; iii) de una evaluación de la gestión pública basada en la administración y ejecución financiera, a una evaluación de los resultados y efectos alcanzados; iv) de una gestión basada en las consecuencias de corto plazo, a una gestión basada en el largo plazo.

Estas recomendaciones generales de un proceso de reingeniería institucional para una gestión estratégica son necesarias pero no suficientes. Son los primeros pasos para que la gestión de las DNA y de otras organizaciones no esté condenada a la sobrevivencia ejecutando actividades orientadas exclusivamente a la recepción de denuncias y/o solución circunstancial de los síntomas del problema, “colocando curitas a los moretones de una hemorragia interna”.

jueves, 4 de junio de 2009

Vendajes para hemorragias internas

Volumen 1
Número 1
Junio 2009

La extrema pobreza, los flujos migratorios y la cultura de violencia han configurado un escenario de deterioro y desintegración familiar que vulneran constante e intensamente los derechos de niños, niñas y adolescencia (NNA). Son víctimas de la violencia física, psicológica y sexual en sus hogares y escuelas, que son los lugares donde supuestamente se debería otorgar protección y un ambiente adecuado para su desarrollo integral y armónico.

Estos espacios deteriorados donde se vulneran los derechos de NNA, a partir de un comportamiento abusivo, agresivo y negligente de personas adultas hacia NNA, generan daños reales y potenciales en el desarrollo físico, emocional y mental, favoreciendo en el tiempo una tendencia de abandono, expulsión o autoexpulsión de sus hogares y escuelas, eliminando significativamente la posibilidad de lograr en un futuro mayor capital humano, capital social y crecimiento económico, asimismo, se incrementa la vulnerabilidad y el riesgo de desastres ante los previsibles efectos del cambio climático.



Los resultados de la encuesta "Niñez y conflictos sociales en Bolivia" realizada en el año 2008 por el PNUD y UNICEF, señalan que el 80% de los menores de 18 años han sido muy afectados emocional y psicológicamente por los conflictos sociales.

La adversidad del contexto económico, político, cultural y social, fortalecen los factores de riesgo para que la violencia se haga presente en casi todos los hogares y en muchas escuelas de Bolivia.

Los efectos de los conflictos sociales, crisis económica, el desempleo, las condiciones de trabajo precario y la cada vez mayor desintegración y disfuncionalidad familiar, someten a las personas adultas a intensos estados de estrés, profundizando patrones de comportamiento de aceptación de la violencia como medio para resolver conflictos personales, que a su vez denotan desequilibrio en las relaciones de poder, lo que estaría aumentando la vulnerabilidad de NNA en los hogares y escuelas, aumentando la incidencia de maltrato infantil y el abandono.

Con estas condiciones, se prevé que en el futuro la vulnerabilidad comunitaria y social aumentará, el patrón de un comportamiento de violencia para la resolución de conflictos se reproducirá, difícilmente se logrará cohesión social, el crecimiento económico seguirá siendo insuficiente, la distribución de los recursos será inequitativa y no se habrá aumentando la capacidad de resiliencia comunitaria y social para afrontar posibles desastres naturales, por lo tanto la pobreza y la deuda social podría aumentar significativamente.

Las políticas públicas, el marco legal y la estructura organizacional vigentes, están orientadas por una visión asistencialista de corto plazo y una actividad tecnócrata, que impide acercarse a la solución de las causas estructurales de los problemas y contribuir al desarrollo integral de la infancia, niñez y adolescencia.

Las Defensorías de la Niñez y Adolescencia (DNA), dependientes de los Gobiernos Municipales, no cuentan con una interpretación integral y estructural de la situación problemática, no incorporan en el protocolo de atención de los casos, el análisis de información del contexto económico, cultural y social de las familias que demandan los servicios. Las DNA no cuentan con la capacidad ni los instrumentos para identificar las causas y los factores de riesgo de los casos de maltrato infantil, por lo tanto sólo se atienden los síntomas y no las causas estructurales. Esta es una de las razones por las cuales la población no se siente satisfecha y tiene críticas muy duras al desempeño de las DNA.

Adicionalmente, los Gobiernos Municipales no otorgan el presupuesto suficiente para el funcionamiento de las DNA, su infraestructura y equipamiento son precarios, existe un elevado nivel de rotación de un personal poco idóneo no institucionalizado y no existen instrumentos de gestión adecuados.

En estas condiciones de trabajo, las DNA están condenadas a la ejecución de actividades de sobrevivencia. No se puede pensar en una mínima posibilidad de que serán capaces de construir un futuro adecuado y relevante en la protección de los derechos de los NNA. Las causas estructurales y la magnitud e incidencia de la problemática de maltrato infantil, por un lado, y las deficientes políticas públicas, el marco legal poco pertinente y las condiciones institucionales precarias, por otro, están promoviendo una gestión orientada prácticamente a la recepción de denuncias de maltrato infantil, "colocando vendas para hemorragias internas".

En el caso de la ciudad de El Alto, las Defensorías de la Niñez y Adolescencia (DNA) desconcentran sus funciones en siete oficinas distritales, seis distribuidas en los distritos y una de 24 horas para la atención de casos de emergencia. Esta desconcentración no responde a la distritación de este municipio que contiene doce distritos.

Estas DNA son insuficientes y no tienen capacidad para atender el explosivo crecimiento demográfico de la ciudad de El Alto. No cuentan con las condiciones básicas para atender con calidad a la población que demanda sus servicios, ocasionando un elevado nivel de insatisfacción y quejas en distintas instancias institucionales y sociales.

De acuerdo a la información de la densidad demográfica y del maltrato infantil de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDSA 2003), se estima que de 360.000 NNA, aproximadamente 300.000 sufren algún tipo de maltrato, lo que significa que en promedio la población potencial por cada DNA es de 42.857 NNA. Esto a su vez implica, que la capacidad de las DNA debería ser suficiente para atender a 3.571 casos mensuales o 178 casos diarios.

Actualmente las DNA atienden aproximadamente a 3.000 casos al año, que equivale a 250 casos mensuales o 12 casos al día. La ausencia de un sistema de información de Defensorías (SID) adecuado y de mecanismos que permitan identificar las causas de los casos atendidos y el deficiente sistema de seguimiento de los casos, no permiten solucionar de una manera efectiva los casos que acuden a las DNA.

Es necesario iniciar procesos de reingeniería institucional para desarrollar una gestión estratégica que permita la articulación de la gestión operativa (viabilidad técnica y administrativa), gestión política (legalidad, asignación de mayores recursos y sostenibilidad) y sobre todo la gestión sustantiva (creación de valor público para la niñez y adolescencia, protegiendo sus derechos y generando las condiciones adecuadas para su desarrollo integral).

Estos procesos de reingeniería no se dan en el corto plazo, más bien es un proceso de mediano e incluso largo plazo por lo que es necesario empezar inmediatamente con procesos que transformen la gestión pública de las organizaciones que son responsables de proteger los derechos de la niñez y adolescencia y su desarrollo integral.

La reingeniería institucional debe lograr los siguientes cambios:

  1. Comprensión estructural de la situación problemática: Pasar de la simplificación y fragmentación de los problemas, hacia una interpretación de la estructura e integralidad de los problemas sociales.
  2. Racionalidad sistémica: Pasar de un pensamiento funcional e interpretación lineal de la realidad (causa – efecto), hacia un pensamiento sistémico e interpretación estructural de la realidad (interrelaciones).
  3. Valor de la gestión pública: Pasar de un enfoque donde el valor de la gestión reside en la ejecución de actividades, hacia un enfoque donde el valor de la gestión reside en el uso de los servicios y en el beneficio por parte de los ciudadanos.
  4. Prioridad: Pasar de una prioridad definida por la administración financiera y control presupuestario, hacia una prioridad definida por la creación de resultados valiosos para la sociedad.
  5. Soluciones estructurales: Pasar de la búsqueda de un alivio temporal a los síntomas de los problemas, hacia la búsqueda de soluciones estructurales.
  6. Consecuencias a largo plazo: Pasar de la mirada de las consecuencias en el corto plazo, hacia la mirada de las consecuencias en el largo plazo.